Singin' in the Raiting

Regresaron los domingos familiares en la televisión. Con al crisis de las disqueras creí que nunca volveríamos a ver un programa musical en televisión -cierto es que La Nacademia (La Academia - TV Azteca) ha cosechado adeptos a lo largo de los últimos años, pero no deja de ser un show local de novatos que les falta viajar tres galaxias de distancia para ser artistas. Me había reservado mi comentario sobre los dos musicales dominicales de la televisión mexicana, hasta no ver su evolución, para poder ser más objetivo. Desde su inicio, Desvarío Y Te Estrellas (Desafío De Estrellas -TV Azteca) y Aullando Por Un Raiting (Cantando Por Un Sueño -Televisa), arrancaron dispares en sus niveles de audiencia. Mientras que Aullando comenzó con 36 puntos de raiting, enfrente Desvarío levantó nada más 12 puntitos en sus primeras transmisiones. Desde entonces, hasta la fecha las diferencias de puntos siguen oscilando en el mismo promedio de diferencia. Así como un día Televisa trapeó, deshilachó y arrastró la fórmula de Big Brother, Azteca ha hecho lo propio con las luminarias de La Nacademia. Ahora meten a los novatos a darse el entre con maletones famosillos que nada más no lograron levantar vuelo como profesionales (José Joel, Benjamín, Aranza...). Esta vez no es un concurso de alumnos de la "escuela de alto rendimiento", sino un certamen de "los cantantes favoritos del público" (según Daniel Bisogno). Televisa, arriesgó al refritear la fórmula de Chancleando Por Un Raiting (Bailando Por Un Sueño) y ganó. El secreto fue audaz pero lucrativo... Música en vivo: No hay nada como escuchar las orquestas sonándole de a deveras y como Dios manda. Se acabron los días de las pistas grabadas y el playback. Agilidad en tiempos: Ya es ochentero el asunto de los certámentes eternos al estilo Raul Velasco. Aquí la cosa es breve, picadita y de volada van a lo que sigue. La semana entrante es la final y harán relevo de elenco... caras diferentes con otra ronda nueva de concurso. Suspenso: El show es de cantar y cantar, pero conforme transcurren los minutos ofrecen rondas variadas, temáticas y novedosas. Producción de billete: Una escenografía innovadora en la televisión mexicana, circular, con varios centros, palcos homenajeando el ambiente del Teatro de la Ciudad en tiempos del OTI, iluminación de primera, un centro de cámaras chingón y sobre todo, movimiento... La televisión es imagen en movimiento, no se hizo para ver gente sentada o estática. Programa a programa aprendieron a ir desapareciendo el chamuco de saturar la pantalla con el chantaje sentimental de los casos de los soñadores. Lo más importante: ESTRELLAS de verdad. Por un lado, las cosagradas que, aunque ya están más que teiboleadas y aplaudidas, tienen colmillo, experiencia y categoría. Por el otro, actores y actrices de mediana trayectoria, pero que están dando la sorpresa, como Kika Edgar. Y por último, las tercias se completan con aficionados del pueblo, gente que no es guapa y que cualquiera puede encontrarse bajando la micro. Se acabó con el mito de que en San Ángel sólo hay cabida para la gente bonita y disfrazada por Luis de Llano. TV Azteca cometió dos enormes errores... Carecer de humildad para darse cuenta que el éxito de La Nacademia estaba sustentado por su productor original, Giorgio Aresu, el hombre que tuvo la visión para generar raiting con una actriz como Lolita Cortés y un personaje llamado Jolette. Con lo que se confirma la teoría de que la gente los veía por el show de sombrerazos entre canciones y no por las promesas del canto. Ahora ya quieren hacer de Yuridia un pretexto para enganchar audiencia, but... too late. Escuchas a uno y ya escuchaste a todos. No invertir en producción el presupuesto suficiente para el programa que le ha dado de comer a la televisora en los últimos años. La ropa de las concursantes está para llorar, lucen como meseras de la lagunilla, el 90% de las chavas están teñidas de rubias, así como Laura León, icono de la mujer mexicana luchona que sueña con ser rubia de categoría. Pistas grabadas y una escenografía plana y gigantezca en la que todo mundo se pierde, misma que por más que remienden, como lo han venido haciendo, ya no prenderán calor.