Acerca de mí
- Nombre: Carlos Rojas
- Ubicación: La Ciudad del Miedo, Ciudad de México, Mexico
Periodista, 1.87, castaño, ecléctico, analítico, honesto, fumador, bohemio, crítico, cinéfilo, melómano, tierno, rebelde y sensual.
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martes, noviembre 14, 2006
sábado, noviembre 11, 2006
Azota Huracán a Saturno
La NASA está con el ojo cuadrado, "nunca antes habíamos visto algo así", declaró uno de sus científicos a la agencia Reuters. "Más allá de lo que sea, vamos a concentrarnos en el ojo de la tormenta y descubrir por qué está allí", dijo otro científico del Instituto de Tecnología de California. La nota completa con fecha de ayer, aquí. Pobrecitos, ¡van a quebrarse tanto sus cabecitas! Jo, jo, jo... No tienen la menor idea de que todo es producto del efecto mariposa. Si "el aleteo de una mariposa en Hong Kong puede desatar una tormenta en Nueva York", ¿de qué proporciones caóticas habrá sido el manotazo de un ser humano en México para que pudiera desatar una tormenta precisamente en Saturno? |
miércoles, noviembre 08, 2006
Retorciendo Palabras
Debió tratarse de un ser abominable, de esos que hacen favores para comprometer tus principios a cambio de ellos. Nada más hay que ver su pinta gangsteril y sus antecedentes para darse cuenta de ello. Debió ser de esas alimañas que, con sus más bajos y miserables sentimientos, seguramente trató de envenenarte con las flores más ponzoñosas. Nada más hay que ver la falsedad en su mirada para darse cuenta que sus ramos eran más falsos que sus lágrimas de cocodrilo. Debió ser un lobo con piel de oveja, un embustero mal parido o un charlatán que se pasa la vida ofreciendo “sanas amistades” para luego cortar cartucho debajo de la mesa. Nada más hay que ver cuán baratas son las mentiras que te contó. Debió ser un psicópata muy peligroso, de los más ruines que no tienen respeto ni por su propia madre, para atreverse a acosarte. Nada más hay que ver su facha de pederasta, sus impulsos de violador y la ínfima calidad moral que le brota por los poros para saber detectar a los de su clase. Es una pena que no siga vigente la Santa Inquisición para castigarlo con todo el peso de los más crueles tormentos y después quemarlo vivo para enviarlo derechito al Infierno. No obstante, nada mejor en nuestros tiempos que la denuncia pública y el escarnio para que reciba una cucharada de su propio chocolate. Alguien de esas dimensiones no merece el mínimo respeto ni la más minúscula de las consideraciones. Por insectos como ése, el mundo está plagado de tanta perversión y decadencia. Pobre imbécil que ni a compasión llega, debiera tener un poquito de dignidad y mejor meterse una bala en la cabeza. |