Adivina quién ganó en las encuestas.
Ponte a temblar, porque estos son los resultados finales que entregó Consulta Mitofsky a Noticieros Televisa dentro del espacio de Joaquín López-Dóriga.
41% Ya sabe con toda seguridad por quién votará.
11% Ya tiene idea por quién votará, pero podría cambiar.
6% Aún no sabe por quién votar.
42% No piensa ir a votar.
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 Para descargar el documento completo de esta última encuesta, pásale aquí.
Y al igual que esa inteligente mayoría YO TAMPOCO VOY A VOTAR.
Y no lo haré porque estoy extremadamente enojado. Crispado de ver la calidad tan mediocre que tenemos de políticos; políticos de caricatura que no juegan, sino juguetean a estar a la altura de sus cargos; por la manera tan infame con la que los partidos muestran el cobre; por los seis años de mi vida en que vi, día a día, cómo se gritaban, cómo se mandaban recaditos y cómo luego se contestaban los más altos mandatarios de mi país y de mi ciudad.
No voy a votar porque nunca creí en esa frase publicitaria de “el cambio”, salida de la mente de un mercadólogo.
Tampoco lo haré porque me siento mucho más inteligente como para rebajarme al nivel del piso y darle raiting con mi voto a alguien que no se lo merece por sus discursos tan chafas, y que al igual que sus contrincantes de campaña, se pasó queriendo llamar mi atención a base de descalificaciones, insultos, argucias, y que también se esmeró a pulso en demostrarme el lado más miserable del ser humano.
No voy a votar porque no soy cómplice de la ilegalidad, porque la autoridad electoral de mi país dice que no venda mi voto, que quien intente vendérmelo está cometiendo un delito, y a estas alturas de las campañas, los tres principales candidatos –sin excepción- me están diciendo en sus spots que si voto por ellos me van a dar dinero cuando lleguen a la presidencia. Así que, yo no voy a votar por un DELINCUENTE.
No voy a votar porque estoy a favor de México, a favor un país que me duele y porque estoy convencido que el cambio está en mí mismo y en ti; no en esa bola de mequetrefes de Botox.
Gane quien gane, vamos a seguir fregados, porque mientras uno no cambie como materia prima del país, la pirámide no se podrá levantar.
Y lo peor del caso es que el que gane ya lleva las de perder, porque si el padrón electoral está conformado por 71 millones de mexicanos y le restas el 42% de abstinencia, tenemos –en números redondos- que 30 millones sí van a votar. Ahora bien, si dividimos a esos 30 millones entre los tres candidatos fuertes (redondeando), veremos que nada más 10 millones de personas (tantitas más, tantitas menos) están a favor del que será Presidente de México.
O sea que, de una población de 120 millones de mexicanos, ¡menos del 10% va a decidir quién será el presidente!
Francamente, pobre güey… ¡No quisiera estar en sus zapatos!
Y lo peor es que ellos lo saben y les da frío… pero no nos lo dicen porque se les cae el mito de que “la mayoría de los mexicanos están a su favor”. Es así de igualito como el mito de que Thalía vende un montón de discos, cuando en realidad su propia disquera me ha dicho que no vende ni chicles.
Alguien que sí va a votar me decía: “aunque sea ve a cruzar la boleta para anular tu voto, porque si no, las boletas en blanco son votos para tal partido”.
Entonces yo me cuestiono, ¡no que ya hay democracia! Si el que va a votar dice que si uno no lo hace entonces hay tranza para favorecer a tal partido… ¡entonces para qué van a votar si no confían en las elecciones!
¿A qué le tiras cuando sueñas, mexicano?
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