Hace unos días iba de regreso a casa y pasé frente al edificio donde vives. El instante de coincidencia se dio justo al ver que en ese momento estabas abriendo el garage para meter tu coche. Estabas de espaldas y yo iba un tanto rápido como para detenerme a saludarte.
En el camino me acordé cómo nos conocimos. Yo te vi primero, en el cautiverio de la televisión, jugando el juego de la astucia y la supervivencia en Big Brother, cuando se ponía buenazo y no estaba trucado y agonizante como en sus últimas ediciones. Me acordé de cómo levantaste polémica y pusiste al pueblo mexicano de cabeza ¡daban mucho más raiting que La Academia!... Después te expulsaron a la malagueña en el momento en que todos sabíamos que ibas a echar la carne al asador para luego colarte a la final.
Después vinieron las entrevistas telefónicas y te comencé a tratar en un plano profesional. Semanas después llegó la gran final de ese Big Brother y me lancé a Televisa Santa Fe a cubrir el evento; era también el día de tu cumpleaños.
Cuando te vi a cinco metros te llamé por tu nombre, nunca se me va a olvidar que volteaste y respondiste llamándome por el mío, así, sin necesidad de presentarme o decirte que yo era el que te entrevistaba desde tal estación de radio. De hecho lo tengo grabado, je. Ese gesto fue tan chido como la manera tan familiar de acercarte a saludarme.
Después salimos, hicimos de El Péndulo nuestro punto de encuentro para echar chisme a gusto y me llamaba la atención tu forma de mostrar interés al preguntar cosas sobre mi vida y mi falmilia; de igual forma me contabas sobre ti, de tu vida antes y después de Big Brother. Siempre con una chispa de honestidad y transparencia sin poses ni actitudes dañadas como las que tenían otros participantes del reality. Alguna vez te llevé a tu casa y otra ocasión tuviste un par de detallazos que se quedaron conmigo para siempre.
Después no sé qué ocurrió, yo cambié de trabajo, tú iniciaste proyectos y dejamos de vernos, salvo algunas veces que nos topábamos por ahí. De repente te escuchaba en algún programa y me ponía de buen humor.
El día de hoy alguien me dijo "¡tienes que ver esto!". Se trataba de un website de clasificados en donde aparece tu fotografía y un anuncio buscando conocer gente. A decir verdad no me escandaliza algo así, pero sí sentí algo feo en las tripas al ver los anuncios paralelos de gente bizarra en pelotas circundando el tuyo. Ojalá que no sea un gancho publicitario para que una Shanik Berman haga ruido y te ilumine el reflector.
No sé... te voy a llamar mañana para saber qué es de tu vida. |
En la cuarta temporada clamaba, en calidad de expectador, ver chisme, intriga y pasiones secretas, ahora me toca demostrarme a mí mismo que puedo darlos.
